por Carlos Hugo Aztarain

El juradopresidido por el director danès Bille August hizo pùblico su veredicto premiando como mejor pelìcula «I am not Madame Bovary» (Wo bu shi Pan Jinlian) del director Feng Xiaogang, una comedia salpicada de  humor, muchas veces negro, en la queunamujer lucha contra la burocracia china para que anule su divorcio
basado en una estafa. Su protagonista la guapa Fan Bingbing, logro la Concha de Plata a la mejor actriz.
Mientras el premio almejor actor recayò, merecidamente, en Eduard Fernàndez, el Francisco Paesa del film «El hombre de las mil caras. El catalán construye su propio «Paco» del espía vinculado a los aparatos del Estado que actuó en la època mas oscura del felipismo. La cinta fanó tambièn el premio «Feroz» de la crítica. Por su
parte el galardòn Irizar que distingue a la mejor película vasca fue para el debutante Juan Palacios por su film «Pedalò». El premio especial del jurado fue ex-aequo para «Jätten», de Johannes Nyholm (Suecia /Dinamarca); y «El invierno», de Emiliano Torres (Argentina/ Francia), excelente film por el que el argentino Ramón Civita recibiò el premio a la mejor fotografía.  El mejor guión cayo en manos de Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen por «Que Dios nos perdone». El premio Kutxabank (Nuevos Directores) se concedió a «Park», de Sofía Exarchou (Grecia/Polonia). El premio Horizontes a «Rara», de Pepa San Martín (Chile /Argentina). El premio Zabaltegi-Tabakalera a manos de Thorsten Schüte por «Eat that question-Frank Zappa in his own words», El premio TVE- Otra Mirada para «Bar Bahar», de Maysaloun Hamud (Israel /Francia), y finalmente el premio del público recayó en «I, Daniel
Blake», del aplaudido realizador Ken Loach (Gran Bretaña/ Francia /Bélgica).
En definitiva el cine asiático se ha convert do en el gran trunfador de la Sección Oficial de San Sebastián al adjudicarse tres de los premios mas importantes. Esta 64º ediciòn no ha logrado el consenso de la crítica, ni tampoco el del pùblico que ha llenado las salas. Sin llegar a entusiasmar, sus propuestas, en la mayorìa de
los casos, han rozado el nivel medio. Atención a los programadores -que viajan todo el año- a mesa y mantel servido y que, por lo visto, deben levantar su puntería. El punto gracioso en la enttrega de premios fue que ningún galardonado acertó a posar correctamente a la primera, pues todos se lanzaban al atril del micròfono.
Y la mayoria hablando con las manos en ambos bolsillos (sin saber moverlas) o como el Sr. Enrique Gonzalez  Kuhn, como queriendo «huir» del escenario y continuamente dandole la espalda al pùblico y a las camaras de TVE (muy mal, joven amigo).