EL FESTIVAL BONITO: 15 AÑOS DE CINE ESPAÑOL EN MÁLAGA
Por Ignacio del Valle. ByPass Comunicación de Málaga

En los aledaños del Teatro Cervantes, ombligo del Festival de Cine Español de Málaga, se respira glamour recortado. En una mañana de guiris y Sol, el mármol de la plaza de la Merced deslumbra a paseantes de perros, grupos guiados de turistas que peregrinan de la Casa Natal al Museo Picasso. Algunos miembros de la organización se toman un descanso compartiendo bancos con los buscavidas autóctonos a los que la semipeatolización del recinto les ha tangado el trabajo, dado que no se puede aparcar. También corren recortes para los gorrillas. Atiendo a una conversación de litrona tempranera y veo como se instruyen unos a otros en el arte de dar rodillazos en las criadillas, kung fú de chabolo.

Pero da igual, la magia, la trampa, el cartón y las ganas de desmayarse delante del protagonista de sitcom ha levantado un campamento de hardolescentes que guardan la vez en corrillos pertrechados con lo que va a ser una larga espera, hasta el advenimiento de la alfombra roja 12 horas más tarde.

Juegan a las cartas, se pintan las uñas, whasapean con el móvil, con toallas, mochilas, fiambreras e incluso sillas de camping amoblando el duro adoquinado. Se respira emoción contagiosa y con este sol de primavera rezagada el starsystem ibérico conquista Málaga.

Entre cruceros, artistas de lentejuela y el autógrafo prometido, el casco histórico bulle aunque el tiesismo de cartera provoque que la fiesta comience con los dolores de cabeza propios de una resaca.

Por eso hay que considerar a los patrocinadores, colaboradores y todos los que apoyan este evento que llega a la edad de la niña bonita. Los logos maquillan y vistan de raso un acontecimiento de picos largos y alta sociedad.

La ciudad se vuelca en calle Larios y espanta las penas con rojo. Hay orgullo en sus gentes muy cinéfilas y orgullosas de que la Costa del Sol brille en los sets de televisión y retransmisiones en directo.

Si el cine no acaba de palmar entre las descargas de adsl y taquillas estrechas, en Málaga tiene un vivero donde se cuida y promociona. Y es que en el Sur se sufre mejor. Extraña que las entradas se agoten en un lugar la mitad de la población es mileurista y otro 30% está en paro. No son ganas de cachondeo. Es la necesidad de espantar la realidad. Y para eso está el cine para soñar. Comienza el festival

©Ignacio del Valle 2012