De las imágenes que nos llegan del 75 Festival de Cine de Venecia, sin duda, quedará presente el irreconocible look de Lady Gaga en el nuevo “remake” de “Ha nacido una estrella”, la aparición del siempre carismático Pepe Mújica, ex-presidente uruguayo y en especial los ecos generados por la película ganadora. La Roma de Afonso Cuarón.
Un premio que Independientemente de la calidad de la películas tiene una especial tracendencia porque supone la aceptación de una obra de Netflix, que además gana el certamen…
Mientras, Netflix, como se recordará, fue repudiado en Cannes, tras una agridulce polémica, Venezia le ha abierto los brazos y en en la ciudad de los canales, el gran canal del streaming ha presentado además de la película ganadora de Cuarón otras cinco películas como En mi propia piel, del italiano Alessio Cremonini.
De hecho, Alberto Barbera, director artístico del Festival, tiene claro hacia donde van los pasos del séptimo arte y desde algun medio anotamos sus palabras «Nos enfrentamos a grandes cambios y a una especie de revolución en el mercado actual. Así que no creo que debamos construir muros contra nuevas plataformas». Ahí queda eso…
Otra aportación, la de Scott Roxborough, de The Hollywood Reporter, «lo que perdió Cannes es lo que ha ganado Venecia. El hecho de que Cannes rechazara a Netflix acabó beneficiando a Venecia porque varias de las películas que probablemente habrían estado en Cannes terminaron aquí, en este festival».
Netflix ha entrado fuerte en la adquisición de contenidos audiovisuales y está alineada con las grandes tendencias de los tiempos digitales y ya aparece como un referente indiscutido entre los “grandes”: Se explica que Airbnb es la mayor plataforma de alquiler de habitaciones sin tener un solo hotel, Uber idem sin tener un sólo taxi… y Netflix lleva los mismos pasos con una inversión mínima en producir. Sus 119 millones de suscriptores en 190 países como explicaba un post de esta comunidad -además conseguidos en un tiempo record- le otorgan una capacidad de compra y de coproducción extraordinaria.
Algunos pequeños y medios productores que están vendiendo a Netflix se frotan las manos porque corre la voz que la plataforma “paga bien”… Sin embargo, no nos engañemos: hay una gran oferta mundial de contenidos audiovisuales y a medida que Netflix vaya avanzando iran marcando precios de compra, a la baja. Estas macrocompañías van generando “algoritmos” incomprensibles para más de la mitad de los mortales y sus malditos cálculos matemáticos irán determinando que visiona el público, como, de que manera y como hay que servirlo… e irán imponiendo su dictadura de contenidos audiovisuales al mundo de la producción. .
En mi opinión, creo que no pueden ponerse puertas ni al campo ni a Netflix pero también creo que la mejor resistencia sería conseguirr que esta megaplataforma no consiga una posición predominante monopolística, y apoyar tanto a sus grandes competidores como favorecer las plataformas de video bajo demanda que se especializan en el cine independiente, en determinados géneros, en filmografías de países que escapan al “star system”…