CUIDADO CON DESPERTAR AL MONSTRUO

Año: 2026/País: España/
Dirección y guion: David Desola
Reparto: Ingrid Rubio, Eric Frances, Azahara Moyano, Naira Lleó, Ramón Rados,
Música: Iván Ruiz Serrano
Fotografía: Fèlix Armengol
Producción: La Moyano Films, Vivir Rodando
Sinopsis y comentario:
Cinco hermanos se reúnen en la antigua casa del padre, cerca de la playa, para ponerse de acuerdo en vender los derechos de imagen de su difunto padre comunista a Coca-Cola. Pero ¿por qué quiere promover la Coca-Cola la imagen un viejo comunista muerto? Una historia de mentiras entre hermanos, medias verdades, rencores y dudas.
Debut del guionista de “El hoyo” David Solá en la dirección con este arriesgado largometraje, en la que utiliza una pieza propia escrita con anterioridad para el teatro, la cual aprovecha ahora para adaptarla al cine. Destacar que, con esta película también debuta como productora la actriz menorquina Azahara Moyano, exhibiendo con solvencia esa doble faceta en esta producción.
Desde la primera escena, situando a las dos hermanas, Luz (Ingrid Rubio) y Cristina (Azahara Moyano) y las niñas de esta última viajando en coche por las carreteras de Menorca, intentando conversar coloquialmente pero con un punto algo sobrecargado y punzante en el diálogo, que hace imposible disimular una cierta tirantez en su relación -entre el reproche y el sarcasmo- intuimos el tono y leitmotiv en el que se va a narrar la película: expectativas que se van cumpliendo a medida que se desarrolla la trama, enfrascados los personajes -a pesar de los intentos por templar el discurso- más en el agrio conflicto melodramático familiar que en una divertida y laxa comedia pasajera.
En la casa frente al mar, mientras se van dilucidando los intereses de cada uno de los miembros por aceptar, o no, el acaramelado proyecto, el director aprovecha para hacer una cierta radiografía de cada uno de los miembro de la familia, empezando por la azarosa vida del padre ausente, entregado a la pesca, sus tendencias políticas, así como el estatus social en el que se desenvuelve cada uno de los hijos e hijas, con la excepción de Mirta (Naira Lleó) que por ser la mas pequeña y hermanastra, se siente como una misteriosa invitada de piedra y rehúye pronunciarse en los debates hasta el el giro final que, mostrando su verdadero carácter sorprenderá a todos..
En ese entramado de relaciones familiares actuales van aflorando detalles del pasado, que hace que esos personajes aparentemente en calma se transmuten, tensen su estado de ánimo a medida que verbalizan y cobren vida -a través de largos diálogos- hechos de tiempos pretéritos. El conflicto se potencia cuando afloran imágenes transgresoras sufridas en seno familiar, que difuminadas dormían en la mente de Cristina, pero como es habitual en estos casos seguían ejerciendo comportamientos victimistas, que a nivel inconsciente le han marcado un determinado carácter personal de huida ante cualquier compromiso en el transcurso de su vida.
En el fondo, dentro de todos los pequeños conflictos de relaciones que se exponen en “El padre de todos nosotros” ese será el punto más caliente de la película y el que puede servir como debate central posterior para el público. Como dice Van der Kol en el libro El cuerpo lleva la cuenta: “tu cuerpo lleva la cuenta y acusa cada trauma, aunque tu ya no lo recuerdes”.
Con esta película, Desolà se propone desvelar identidades de gente corriente que se pasea ligera por las calles con una pesada mochila de culpas, o agravios en sus espaldas, algunos de ellos con una imagen social impoluta. A unos y a otros intenta desenmascarar, imitando los melodramas clásicos, aunque no con tanto acierto, y nos presenta una obra con momentos puntuales interesantes, debilitados, quizá, por una carga excesiva de diálogos algo reiterativos, sin medir bien la el estado emocional de sus pretendidas sub-tramas, lo que la hacen algo más plana de lo que debiera, echando a faltar en el cóctel unas gotas de sentido de sátira y algún contrapunto de luminoso aire Mediterráneo, eje central del mito y drama de nuestra cultura.
Buena fotografía e interpretaciones ajustadas a sus personajes con estupendas caracterizaciones de todos ellos, destacando la asunción que hace de su personaje desvalido, herido y poco valorado por su familia, Azahara Moyano, en su papel de hermana pequeña utilizada por los demás, entre el patito feo y cenicienta.
Puede que le falte mordacidad y le sobre retórica, pero hay que tener en cuenta el esfuerzo de este joven equipo por ofrecernos un film que habla de los problemas de convivencias y abusos actuales y de siempre, en el seno interno de la familia, con un lenguaje quizá poco luminoso, pero auténtico.




