A Lino Escalera el personaje interpretado por Nathalie Poza, que le valió la Biznaga de Oro a la Mejor Interpretación Femenina de Reparto en el pasado Festival de Málaga, le “daba patadas. Me interesaba esa capacidad que tiene de negación de la realidad, esas personas que se blindan de manera tan férrea en el día a día”. Pablo Remón en esta historia pretendía “contar esas dudas, el desamparo que se vive en los hospitales. Me interesaba narrar cómo nos enfrentamos a la muerte de una manera realista”.

Querían hacer un filme “muy de verdad” y, como apunta Remón, “la vida no viene en géneros, viene mezclada”. Para Escalera, “el humor aparece de manera muy orgánica en la película, no estaba buscado”. Ambos tuvieron claro que en este largometraje también “cobraban mucha importancia las cosas que se quedaban fuera de plano”, aseguró Remón, para el que no tiene sentido el concepto de ser fiel al guión, “hay que ser fiel a la película, porque el guión es una cosa que sigue cambiando durante el rodaje y no termina de escribirse”.

Presente en la sala, el productor del filme, Damián París, dio fe de lo costoso que fue el proceso de financiación de la película manifestando que se encontraron muchas negativas durante años, “finalmente nos lanzamos a hacer la película solo con una ayuda del ICAA de 250.000 euros. Entró después Canal Sur y finalmente el coste de fueron unos 400.000 euros”. Aunque esos son los números, “la película se ha hecho gracias al esfuerzo de mucha gente que se ha volcado en trabajar en ella no cobrando lo que debían. Por eso el valor de esta película es mucho más grande”.

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