(MIRAR EN ESPEJOS DIFUSOS)
Año: 2023
Duración: 115 min.
País: España
Dirección: Javier Elorrieta
Reparto: Rodolfo Sancho, Will Shephard, María Blanco, Luis Fernando Alvés, Javier Morgade, Ramón Langa, Emilio Buale, María Cantuel, Andoni Ferreño, Verónica Mengot.
Música: José Sánchez-Sanz
Fotografía: Luis Ángel Pérez
Producción: Atlantia Media, Chester Media, Origen PC, RTVE, Telemadrid
Sinopsis:
Un talibán, trabajador de un hotel de lujo de Madrid, es el encargado de preparar un atentado terrorista con la intención de que tenga una repercusión internacional. Empleados amigos suyos, familiares y clientes del hotel, policías, políticos y artistas se verán envueltos en esos dramáticos sucesos, la única intención es que cuanto mas dolor cree más repercusión tendrá el suceso.
Crítica:
Si hacemos una breve y abstracta sinopsis del tema que ocupa todo el desarrollo de esta película, puede que despierte cierto interés, ya que su trama se desenvuelve entre problemas latentes de actualidad, solo que la puesta en escena, los diálogos, las idas y venidas de los personajes, el planteamiento de los conflictos, resultan tan obvios y previsibles que por mucho brillo que quieran dar a los escenarios, no logra convencer de que eso que está sucediendo pueda ser creíble, en la forma que nos lo están narrando.
Las acciones carecen de sorpresa. Intuimos lo que va a pasar con antelación. Los personajes están desarrollados tan linealmente y estirados, que parecen de cartón piedra y, es evidente que los actores y actrices -un puñado de aceptables intérpretes- no han tenido margen para revertir en algo la situación, obligados a un tipo de narración de otro tiempo pasado, en el que se desprende un halo familiar de amateur.
La última parte del film intenta despertar la emoción con una serie de escenas saturadas de manifiesta violencia y horror descarnado, justificado en el personaje entregado a la causa elemental del castigo a los infieles.
En algún momento parece que Javier Elorrieta quiere congraciarse con un tipo de público carca, haciendo mala parodia de las tendencias sexuales de algún político activo y sus encuentros furtivos con su amante, matador de toros famoso. Una sub-trama que, quizá desarrollada por otro realizador pudiera haber tenido cierto sarcasmo, aunque es tan ridícula y trasnochada que solo desprende algo de mala uva, de la que el público puede deducir -erróneamente o no- la tendencia política del director.
Si exceptuamos la justificación de la temática, que es actual; el discurso, la narración y el lenguaje utilizado para contarnos esta historia, Delfines de plata se verá como si fuese un cine español de los años sesenta: doméstico y elemental, contado con reflectores sin brillo.
Pepe Méndez
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