(CAPERUCITAS Y LOBOS)
Año: 2024
País: España
Dirección: Juana Macías/ Guion: Isa Sánchez, Juana Macías
Reparto: Julieta Tobio, Salua Hadra, María Steelman, Carla Gris.
Sinopsis:
Jara, Álex y Miranda son tres chicas que han crecido en un centro de menores sin saber qué es el amor ni reconocimiento. En el cumpleaños de Jara lo quieren celebrar asistiendo al concierto de su trap queen preferida. Necesitan dinero y no saben como conseguirlo. Conocen a una chica mayor, ex interna de su mismo centro, que se dedica a conseguir citas con adultos en los baños de la estación de autobuses que les aportará algún dinero fácil.
Crítica:
La sociedad moderna sigue siendo una desconsolada selva. Una selva o un mar en donde el pez grande se come al pequeño. En las altas esferas y en los bajos barrios. Es un flujo que circula y acecha en grandes y pequeñas ciudades. Aunque el bien triunfe al final, o eso es lo que desearíamos, la voracidad del mal no tiene límites, alimentándose de la fragilidad los seres más débiles y desamparados.
Veamos; el cine no está para juzgar ni dictar sentencias, pero sí tiene la capacidad para mostrar hechos y a través de recopilar datos reconstruir los sucesos según versión de los autores (a veces acertadamente y otras no tanto) para exponerlos y mostrarlos al público y que este opine. Eso es lo que hace Juana Macías con esta película que, en colaboración con la guionista Isa Sánchez escriben un buen relato a raíz de una historia bastante reciente (un drama que dejó profundas secuelas a las lo sufrieron) y, aunque no consigan una obra redonda, este film de sobras cumple su función.
Las Chicas de la estación es una versión libre de una historia real ocurrida en Palma de Mallorca que, a raíz de una denuncia de abusos a chicas menores tuteladas saltó a los medios de comunicación, creando el consabido escándalo social y fuertes críticas a los estamentos oficiales correspondientes, encargados de su tutela. El hecho que se representa es mas propio de un país tercermundista que de un lugar que se presenta como paradigma de paraíso moderno del turismo mundial, en donde se espera no existan esos desajustes sociales denigratorios a chicas adolescentes, seres frágiles que, por causas de desequilibrios económicos y desamparo familiar indetectable, se ven abocadas a la desesperación irreflexiva y lanzarse a aventuras impropias, intentando sortear peligros que, dada su edad y fragilidad no están preparadas ni tienen recursos para enfrentarse a ellos.
En la película las tres chicas, Jara, Alex y Miranda, cada una con su circunstancia particular, intentan arrancar su angustia interior caminando permanentemente por el borde del precipicio, aunque ellas no son conscientes del peligro real ni de su propia desesperación. Es la angustia del adolescente que se siente desubicado, con familias desestructuradas y sin recursos, por no sentirse apreciados ni queridos, por eso no les puede gustar lo que les ofreces la sociedad.
La narración dramática que ha elaborado Juana Macias te hace seguir la historia con interés, imprime un buen ritmo y en ningún momento se aparta de la centralidad del conflicto de cada uno de los personajes. Entras fluidamente en la complejidad de las vidas de esas chicas y aunque no estes de acuerdo con algunos de sus erróneos comportamientos tratas de entenderlas a la vez que te hace intuir el peligro que les amenaza, pero te mantiene en vilo porque inteligentemente te oculta la línea de desarrollo que seguirá el argumento. Es un film interesante por lo que tiene como documento de denuncia y también por su corrección formal, aunque tenga pocas aportaciones creativas destacables. Las interpretaciones son aceptables, se aprecia que todos se han metido en la piel de los personajes con pasión y eso lo trasmiten.
Ahora bien, la historia ocurre en Mallorca y allí se habla catalán (es una de las dos lenguas oficiales) y nos encontramos con la paradoja de que en toda la película no se oye una sola palabra en ese idioma, ni uno solo de los personajes pronuncia una sola palabra en esa lengua, ni por parte de los intérpretes jóvenes, ni de los mediadores, ni amigos ni funcionarios y, este hecho desnaturaliza algo los personajes y a la vez perjudica la obra en su conjunto. Ignoramos si es por una cuestión ideológica o puramente comercial, pero nos parece lamentable porque nos aleja de la realidad del lugar de los hechos, sobre todo cuando la producción se encarga de anunciarnos que la historia ocurrió en Mallorca, como así fue.
Lo demás, digno.
Pepe Méndez
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