Narra la historia de Maite (Pilar López de Ayala), una ingeniera que trabaja en una plataforma en medio del mar en aguas alemanas que regresa a un pequeño pueblo, de tan solo 12 habitantes, para llevar a cabo un importante proyecto relacionado con energía sostenible.
Allí coincide con Jaime (Asier Etxeandía) su amor de la infancia, el padre de éste, un anciano con Alzheimer que diseño junto al padre de Maite el único molino de madera que queda en la aldea, una joven que sueña con salir del valle, una licenciada que trabaja junto a la ingeniera y una mujer familiar que busca el futuro en el pueblo, componen esta historia de personajes, cuyas vidas están conectadas por un viejo molino de viento.
Es una película lenta, pero bonita paisajísticamente hablando. Todos los personajes tienen roles diferentes, con una gran interpretación por parte de cada uno.
Destacar la optima representación la debutante Carla Domínguez y la explicación didáctica a cerca de los molinos a las personas de la aldea y al espectador, explicando la problemática desde lo particular a lo general.