El martes pasado se presentó en Málaga la película Empieza el baile. La historia de una antigua pareja de bailarines de tango (Darío Grandinetti y Mercedes Morán), que se reúnen tras más de 30 años sin verse e inician un disparatado viaje, de Madrid a Mendoza, los Andes, junto a su inseparable amigo Pichuquito (Jorge Marrale). Un reencuentro en el que hay secretos y muchas ganas de que encajen las piezas de esa antigua amistad. Y esas piezas a veces encajan y otras no porque el TIEMPO, hace destrozos.
En la película se habla de amistad, de amor, de respeto, de la admiración por encima de todo y del reencuentro con las personas que, por encima del resto, tuvieron importancia en tu vida y, justo por eso, fue imposible seguir en contacto con ellos a través del tiempo.
En, en definitiva, una carta de amor a esas personas, momentos y lugares que nos hicieron felices, con las que no siempre se puede bailar un tango, porque éste se baila desde las entrañas, desde el corazón y el corazón tiene que estar fuerte para ello, pero hay mometos que, con el fondo del maestro Piazzola, debes coger las manos de esa persona, agarrarlas con decisión y comenzar el baile.
Los trabajos de los tres son soberbios pero en especial el de Mercedes y Jorge y el guión es maravilloso.
La Biznaga está asegurada.
Es una película dirijida por Marina Seresesky, que cuenta con la participación de RTVE y que llegará a las salas el 5 de abril.
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