Miguel Faus (Barcelona, 1992) rodó en 2019 un cortometraje titulado ‘Calladita‘ que contaba la historia de una joven colombiana que trabaja su primer verano en España como empleada doméstica para una familia de la alta burguesía catalana que vive de la venta de obras de arte.

Faus presentó aquel corto en Málaga, pero luego vino la pandemia y sus planes de financiación se vinieron abajo.

Lejos de aceptar esa derrota encontró una forma alternativa, «la verdad que por casualidad, en Twitter, donde había un montón de gente pagando miles de dólares en criptomonedas por fotos de gatitos».

«Me pareció una cosa muy loca pero cuando leí más sobre ello me fascinó porque era un rincón de internet donde se estaba gestando una revolución (que en realidad después hemos visto que no ha sido para tanto), pero teníamos la sensación de que podíamos cambiar las injusticias de internet», agrega Faus.

Y se metió «de cabeza» en el mundo de los NFT (Non Funglible Token) que elimina los intermediarios entre el creador de una obra y el consumidor. «Me pareció natural buscar esta nueva fórmula donde parecía que todo era posible y todo estaba por explorar».

Así, elaboró una campaña tipo ‘crowdfounding’ pero en el mundo de los NFTs donde vendía fotogramas del cortometraje para rodar la película. Logró más de 750.000 euros.

«Es la primera película del mundo en financiarse con NFTs», presume. El argumento de ‘Calladita’ siempre tuvo a una familia de intelectuales que vivían de vender obras de arte, solo que en la versión larga, la madre (Ariadna Gil) es marchante de arte digital.

Faus disecciona en clave de sátira este mundo snob de la alta burguesía, pero nunca se lo planteó como denuncia. «La crítica sobre el modo de actuar de las clases altas venía de mi perplejidad por cómo esta gente lo encuentra todo divertido y absurdo, más que de una situación de indignación», apunta.

En este largometraje que se ha presentado en el Festival de Málaga fuera de concurso, la actriz protagonista es Ana, la criada que se encarga por completo de una gran masía de la costa gerundense, en concreto Pals, la cual no la trata mal, simplemente la mantiene como alguien ajena a la familia, sin voz ni voto y casi sin presencia.

Las actrices están soberbias y el papel del hijo de la dueña de la casa, interpretado por Ariadna Gil está fantástica también.