(Le Consentement)

Duración: 119 min.

País: Francia

Dirección: Vanessa Filho

Guion: Vanessa FilhoVanessa Springora. Libro: Vanessa Springora

Intérpretes: Kim Higelin, Jean-Paul Rouve, LaetitiaCasta, Sara Giraudeau, Lucie Debay

Música: Olivier CoursierAudrey Ismael

Fotografía: Guillaume Schiffman

Sinopsis y crítica:

 Vanessa es una adolescente de 13 años de padres separados, inteligente e interesada por la literatura, cuando en 1985 conoce a un intelectual, Gabriel Matzneff, escritor de éxito de 50 años, hombre muy inteligente y manipulador que se vale de su éxito y madurez para seducir a la joven y convertirla en su musa y amante. Vanessa, falta de cariño, cae como hipnotizada en la red seductora de Gabriel y tardará años en darse cuenta que él es un depredador y pedófilo que repite esa práctica con otras adolescentes para escribir sus libros de éxito, con el beneplácito social intelectual y artístico de los que le rodean.

Crítica:

Vanessa Filho nos presenta una película concebida y realizada con las entrañas, y pese a tener sus pequeñas licencias creativas concedidas para la motivación dramática, esta historia se ciñe en todo momento a la experiencia real de lo que vemos representado en la pantalla y que se da por hecho que vivió la protagonista, así que, no le hace falta excesiva inventiva para revolvernos las conciencias. Y las tripas. Para constancia de que la historia es auténtica, en el film se muestran algunos momentos de entrevistas reales en televisión con el personaje principal, el escritor Gabriel Matzneff, en donde aparece con su nombre auténtico y algunos medios de la prensa progre haciendo el juego divertido al escritor de éxito, jactándose de su pedofilia. Esta increíble historia ocurre en la Francia moderna muy avanzados los años ochenta y parece que a todos les parecía bien.

La idea para la realización de lo que sería el segundo largometraje de Vanessa Filho surgió a raíz de la lectura del libro Le consentment, aparecido en el 2020 como un relato autobiográfico de la editora Vanessa Springora , cuando ella tenía 13 años y él 50, en el que explica su experiencia con Matzneff, en esa época autor de éxito. Esa lectura le dejó tan noqueada que -según declaraciones de ella misma en la presentación de la película- “fueron tal cantidad de imágenes tremendas que me aportaron su lectura que, cuando cerré el libro estaba llorando desconsoladamente, furiosa e impotente”.

No encontraremos en la película un halo de virtuosismo estético porque una historia así no debería necesitarlo, así que la narración es sobria y lineal, centrándose siempre en el punto de interés que importa, sin recrearse en escenas que podrían ser de escándalo, ni matizando el morbo -otro peligro en el que se cae con frecuencia en el cine actual, sobre todo en relación al sexo- sino más bien describiendo la inmoralidad psicológica de como se entra en las relaciones más arriesgadas, así que la cámara solo interviene para describir pasivamente las acciones evitando ser un objeto que añada o reste perturbación dramática al desarrollo de la acción.

Correctamente iluminada y bien interpretada, con una Laetitia Casta perfecta, que conserva su belleza y su buen hacer en el papel de madre algo superada por los acontecimientos, pero firme en la toma de decisiones más convenientes para no perder del todo el lazo familiar con su hija adolescente. Una enigmática Kim Higelin, que se mueve inquieta, trasmitiendo con convicción la permanente inseguridad tan propia de los 13 años que representa, con una expresión física con frecuencia temblorosa, en las antípodas del prototipo de imagen que tenemos concebido como Lolita. Le acompaña, en el trio de intérpretes principales un Jean-Paul Rouve desconocido, dando el tipo de intelectual algo chulo y despreciable, pero consiguiendo ser el centro de atención en las cenas y tertulias, o sea que, consigue que sintamos cierto repelús hacia él, aunque, conociendo al personaje real, es posible que no sea el actor que mejor encaje el personaje en el reparto.

El consentimiento puede que no esté sobrada de excelencias creativas en el lenguaje cinematográfico, pero tampoco es lo que debemos ir a buscar en este tipo de cine, porque sí tiene algo más importante que es dignidad en el empeño de hacer y despertar la conciencia en cada uno de nosotros e incidir en una sociedad más vigilante sobre los atropellos y el poder vejatorio que unas personas con cierto tipo de poder ejercen sobre otros seres más frágiles.

La publicación del libro de Vanessa de Vanessa Springora obligó a cambiar las leyes de las relaciones sexuales entre adultos y menores en Francia.

 Ese poder de alerta convertido en imágenes se manifiesta como una electrizante convulsión que penetra en la conciencia. Ese es el verdadero valor de la Película El consentimiento.

Pepe Mendez