Un día de 1983 iba a cambiar mi vida. Porque conocer a la Santonja producía en tu entorno y circunstancias un cambio inevitable. Una voz femenina me dijo por teléfono que Juan Tébar le había dado mi nombre para escribir un programa de cocina- Juan Tébar creía que yo sabía mucho de cocina y que era un extraordinario gurmé. ¡Hay gentes inocentes!-. Quedé en verme con la propietaria de la voz en una cafetería y apareció Elena Santonja. Elena era entonces una mujer guapa y resultona, pero sobre todo expansiva, es decir, efusiva, simpática, vehemente, cordial y jovial, se reía escandalosamente enseñando una dentadura de fiera. Yo llevaba unos gemelos que eran escarabajos brasileños –o sea la carcasa del escarabajo-verdes como esmeraldas. Y empezamos a hablar de insectos, que la fascinaban, y, por entomóloga a entomólogo, de Buñuel. Nos bebimos una botella de vino y, al acabarla por fin, fuimos al asunto, del que no habíamos hablado para nada: «Entonces, ¿quieres hacer conmigo un programa de cocina?», dije que sí, ¿qué iba a decir?
«Con las Manos en la Masa» fue un gran programa. Duró siete u ocho años, no recuerdo. Hicimos, por lo tanto unos cuatrocientos y casi todos los invitados eran amigos –de Elena trescientos ochenta, míos veinte-. Nos divertimos infinitamente, le afeitamos, la barba a Fernando Colomo, hicimos cantar a Pedro Almodóvar, bombardeamos el decorado con Manu Leguineche, he hicimos cuatrocientas tonterías más. Con Elena era fácil, porque era la perfecta presentadora: bailaba, cantaba, era buena actriz, extraordinariamente culta, cinéfila, micóloga, entomóloga, magnífica pintora además. Ya digo que nos divertimos. Excepto en los aeropuertos cuando había que viajar para ver y preparar el programa con algún invitado que viviera lejos de Madrid –muchísimos-, en aquellas largas esperas jugábamos a «¿Qué obra es esta?», ya saben ustedes: se levanta el telón y se ve….. pero había que inventar, no valían las ya hechas, por ejemplo: mía: se levanta el telón y se ve a Rambo huyendo por la selva con un esqueleto al hombro, ¿qué obra es esta? Respuesta: «Con la muerte en Stallone» -ustedes perdonen, pero a nosotros nos hacía gracia-; también ahí se lucía: suya: Se levanta el telón y se ve a una señora vestida de negro balanceándose en el aire al cabo de un hilo. ¿Qué obra es? Respuesta: «La viuda en un hilo».
La viuda –la vida- en un hilo está siempre. Ella la vivió a tope. Al final tan expansiva, efusiva, simpática, vehemente, cordial y jovial, tan rodeada de amigos como siempre. Y cuando yo la veía estos últimos días, tremendamente delgada por causa de la enfermedad, pensaba que parecía el busto de Nefertiti. Y cuando explotaba a reír seguía teniendo dentadura de fiera.
Yo sigo teniendo, Elena, los gemelos escarabajos.
Álvaro Lion-Depetre, guionista y académico.
from AcademiaTV |
Debe estar conectado para enviar un comentario.