Se convirtió pronto en musa de los realizadores más singulares de nuesta cinematografía, pero terminaron dirigiéndola muchos de los directores del momento –Jorge Grau, Javier Aguirre, Roberto Bodegas, Jesús Franco, Eloy de la Iglesia, Mariano Ozores, Fernando Colomo, José Luis Garci, Imanol Uribe, José Luis García Sánchez…–. Títulos como El hombre que se quiso matar, Españolas en París, El diablo Cojuelo, La semana del asesino, Al otro lado del espejo, Nosotros que fuimos tan felices, Deseo y Celedonio y yo somos así, entre otros,  dibujan su filmografía en la década de los setenta.

En el rodaje de una película de Javier Aguirre (Pierna creciente, falda menguante), conoció a Fernando Fernán-Gómez, que se convirtió en el hombre de su vida y la dirigió en Mambrú se fue a la guerra, El viaje a ninguna parte y El mar y el tiempo. A sus órdenes también protagonizó junto a Paco Algora, fallecido en marzo, Bruja, más que bruja, la historia de un adulterio que este viernes vuelve a las salas rescatada por A Contracorriente Films. En la presentación del filme, que ha tenido lugar hoy en la Academia de Cine, Helena Llanos, nieta de Fernán-Gómez que ha acompañado a Emma en sus últimos días, ha afirmado que Emma Cohen “significa básicamente disfrute absoluto, vitalidad a chorros y una generosidad brutal. He tenido la inmensa suerte de compartir tiempo a su lado y ha sido un aprendizaje intenso y permanente, siempre desde la alegría. Habría que quedarse con su goce absoluto de la vida”.

Nada se le resistió a esta mujer que también escribió y dirigió cortometrajes como La plaza, Quería dormir en paz, La Chari se casa, Yo que sé y El séptimo día del sol. Emma Cohen, que llegó a toda una generación sin pretenderlo dando vida a la archiconocida Gallina Caponata, se pasó al mundo de la literatura en los ochenta, cuando publicó su primera novela, Toda la casa era una ventana. Con el tiempo publicó otros títulos como Magia amorosa para desesperadas y desesperados, Ese vago resplandor, Muerte dulce y Rojo milady.