(Un intruso en mi habitación)

Año: 2024/ Duración: 99 min./ País: China
Dirección y guion: Jianjie Lin
Reparto: Zu Feng, Ke-Yu, Guo Xilun Sun, Muran Lin…
Música: Toke Brorson Odin
Fotografía: Jiahao Zhang
Coproducción China-Dinamarca;
Sinopsis:
Los padres de Wei descubren que Shuo, un tranquilo y enigmático amigo del instituto de su hijo, proviene de un entorno problemático y deciden integrarle poco a poco en la familia, hasta que a raíz de un trágico e inesperado suceso hace que se convulsionen las relaciones entre los dos amigos y la familia que lo acoge.
Crítica:
Acoger a un sujeto nuevo en casa, por mucho que sea amigo y compañero de clase del hijo adolescente, que hasta ese momento se ha sentido el rey pero que ahora debe compartir espacio, atenciones y cariño con él, como un hijo más, puede crear un verdadero cataclismo, sobre todo si los padres no mesuran con mucho tacto ambas relaciones. Un dilema que debe manejarse con toda habilidad o puede terminar en un insospechado desenlace. No se trata de impartir educación y valores sino de tener en cuenta la naturaleza humana que encierra el espíritu de ambos sujetos.
Es habitual en el cine asiático contarnos sucesos de profundidad emocional utilizando la retórica de los silencios, las miradas, los rituales culturales de la educación y la amabilidad, así como la recreación en los gestos contenidos llenos de significados. Los personajes de “Breve historia de una familia” son parcos en el lenguaje, aunque sus miradas son reveladoras de los estados de ánimo. Nos muestran el abismo de dos generaciones y su actitud ante la vida cada una de ellas. También dos clases sociales y dos mentalidades, cada una de ellas moldeadas por su estatus social añadida a la propia naturaleza y característica personales del ser, que en el hacer de cada día irá construyendo los destinos.
La cámara de Jianjie Lin observa sin desvelar del todo la realidad dramática a la que aboca cada nueva secuencia. La delicadeza narrativa de esta sencilla historia te mantiene en la sospecha que no puede ser todo tan diáfano y desinteresado como aparenta, aunque creemos en la generosidad de aquellos que ofrecen ayuda con modestia, sin manifestar su posición superior a pesar de que el invitado, por su edad y carácter, se sienta algo intimidado. Pero esa destreza descriptiva del director mostrada en su ópera prima: su estudiada puesta en escena funcional y directa; su elegante discurso narrativo y perfecta elección en el reparto, añadiendo a todo eso un inteligente guion, convendremos en que la elección de ese final abierto y algo abrupto, hace que no llegue a convencernos del todo, así que salimos elucubrando la continuidad de esas vidas en un país culturalmente tan diferente al nuestro, pero unos seres tan universalmente iguales a nosotros en sentimientos humanos, en reacciones de generosidad, de mezquindad y de celos, o sea de buenos y oscuros instintos.
Un film que, con pocos elementos logra involucrarnos hasta el final en una historia llena de sensibles matices y exquisita ductilidad, en donde se acentúa la bondad y se desvelan los abismos que pueden crearse entre padres e hijos cuando se trata de querer programar el futuro de estos y ambos intereses chocan frontalmente, llevando a ambas partes a un primer y frustrante desengaño en los roles familiares.
No obstante, aquí todo se reconduce con la pausa, y la ternura sobrevuela permanente, aunque siempre hay algo de intriga en el “gesto y en la mirada” que nos lleva a sospechar que, en cada plano, detrás de las imágenes que nos muestra el director, puede haber intenciones más profundas que no vemos y que descubriremos más tarde, según avanza la película.
Interesante historia llena de contenidos matices, tratada con delicadeza y madurez cinematográfica, a pesar de ser la ópera prima de un director (Jianjie Lin) cuya obra futura debemos tener en cuenta.
Pepe Méndez
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