Comparto con vosotros esta reflexión de Enrique Dans que analiza bien, a mi entender, que ocurre con el espectador ante Youtube
«La asociación mental inmediata que todos tendemos a hacer cuando se habla de vídeo en la red es, sin duda, con YouTube: desde que Google se hizo con ella en 2006 por 1.650 millones de dólares, la plataforma se ha convertido en un auténtico monstruo que utilizan más de mil millones de usuarios, que generan más de trescientas horas de vídeo cada minuto que pasa.
Las estadísticas son, sin duda, impresionantes, y llevarían a pensar que YouTube domina con mano firme la categoría que prácticamente creó desde cero: antes de la aparición de YouTube, el consumo de vídeo en la red era sumamente limitado y al alcance de pocos, después de YouTube se hizo prácticamente ubicuo.
Sin embargo, la evolución de YouTube como plataforma parece estar siendo, como mínimo, cuestionable en cuanto a su eficiencia. Que el fenómeno de los youtubers haya adquirido relevancia mundial y que esos nuevos iconos generen millones de reproducciones todos los días no oculta una serie de hechos evidentes, que probablemente generen a estas alturas en Google un cierto nivel de preocupación.
Por un lado, el modelo publicitario: la idea de Google de una publicidad planteada casi como ayuda al usuario, como resultados relevantes y bien segmentados que ofrecen valor añadido es algo que en el caso de YouTube, claramente, no se aplica. La publicidad en YouTube es molesta, incómoda, y con formatos claramente intrusivos basados en el más clásico y anticuado modelo de interrupción: pre-rolls que obligan al usuario a ver algo que no quiere ver para poder acceder al contenido que realmente quieren ver, o molestos banners que bloquean parte del espacio destinado para la visualización del vídeo y que, en muchos casos, ni siquiera se pueden eliminar o cerrar. Si fuese uno de los fundadores de Google, que en su momento se plantearon que tenía que existir un modelo mejor para la publicidad y, de hecho, rechazaron de plano el modelo clásico para su página principal, no estaría ni mucho menos orgulloso de lo construido en YouTube, más bien todo lo contrario.
Por otro, el modelo de contenidos: en efecto, YouTube genera algunos contenidos con niveles de éxito sorprendentes en el seno de un fenómeno calificable prácticamente como de “contracultura”, con contenidos generalmente de una escasísima calidad y valor añadido, prácticamente de usar y tirar, y parece ser buena a la hora de monetizarlos muy por encima de lo que serían sus posibilidades reales en caso de no existir esta plataforma. Pero los vídeos verdaderamente virales, los que consiguen más de un millón de visualizaciones, los que de verdad importan a los anunciantes y constituyen una base de contenidos probablemente calificable como de más “convencional”, pero mucho más representativa de los intereses del conjunto de la población, ya no se consume en YouTube. En ese tipo de contenidos, Facebook ha tomado una clara delantera, gracias a unas cifras espectaculares de consumo total y en dispositivos móviles.
Básicamente, fuerza bruta: si soy una plataforma en la que casi 1.500 millones de personas invierten una parte significativa de su tiempo, en dispositivos de todo tipo incluidos los móviles, tengo muchas posibilidades de convertirme en el líder a la hora de ofrecer contenidos. Pero el éxito de Facebook no es únicamente fuerza bruta: los algoritmos de recomendación y de difusión, que permiten a las empresas diseñar sistemas de difusión viral en función de potentes sistemas de segmentación, tienen también un aporte importante. Visto así, que los anunciantes empiecen a preferir Facebook sobre YouTube para sus contenidos de vídeo es algo que tiene toda su lógica, que lleva a que Facebook esté en buen camino para llegar a ofrecer un número de visualizaciones de vídeo equivalentes a dos tercios del total de las que va a ofrecer YouTube en el año 2015, dos billones frente a tres, con un número comparable de usuarios activos mensuales.
Ver a YouTube, que en su momento fue el epítome del vídeo en la red, siendo alcanzado por Facebook y superado en las preferencias de los clientes con mayores niveles de rentabilidad es algo a lo que no estamos acostumbrados… pero que posiblemente no corresponda únicamente a los méritos de Facebook: también a al demérito de YouTube y a su aparente falta de evolución. De hecho, en la carrera por los vídeos que superan el millón de visualizaciones, YouTube ya no es solo superado por Facebook… sino también por Vine, el pequeño formato de seis segundos generado por la empresa propiedad de Twitter.
YouTube no evoluciona, y si lo hace, lo hace para convertirse en un entorno cada vez más molesto e incómodo, con una publicidad cada vez más insoportable, que más usuarios deciden bloquear, y que lleva a que más anunciantes se vayan cada vez más con sus vídeos a otra parte. Ni siquiera el motor de búsqueda de contenidos de YouTube, que se supone una tecnología clave de su propietaria, es ya considerado el mejor o el más puntero: si quieres buscar contenidos de vídeo, es posible que tengas una mejor experiencia utilizando el último desarrollo de Microsoft.
¿Descuida Google a YouTune como producto? Tras nueve años, YouTube se ha posicionado en un punto que posiblemente no sea el más interesante de cara al futuro, o que posiblemente no sea siquiera el punto en el que quería estar. Parece, en realidad, más fruto de un conjunto de casualidades y de la evolución de una serie de factores surgidos casi de manera espontánea que de un proceso de reflexión estratégica y de management como tal. En términos de análisis sectorial, un caso fascinante. Pero para YouTube, y de cara a futuro, posiblemente preocupante.