(EL VOLCÁN BAJO EL VIOLÍN)
Año: 2018
Duración: 118 min.
País: Finlandia
Dirección: Paavo Westerberg
Guion: Emmi Pesonen, Paavo Westerberg
Fotografía: Marek Wieser
Reparto
Matleena Kuusniemi,Olavi Uusivirta, Kim Bodnia, Samuli Edelmann, Misa Lommi, Pyry Nikkilä, Timo Kalliokoski, Emmi Pesonen, Paavo Westerberg, Pio Simonsen, Ella Pyhältö, Mikko Kouki, Jussi Nikkilä, Kirka Sainio
Sinopsis
Una famosa violinista, Karin Nordström, ve su exitosa carrera truncada por un accidente que le quita sensibilidad en las manos. Sin poder tocar de nuevo, recurre a dar clases a jóvenes músicos aspirantes. El ambicioso Antti, dos décadas más joven que ella, atrapa su atención, pero su relación va más allá de sólo maestra y aprendiz, lo que traerá inesperadas consecuencias.
Crítica:
Una pasión doble -la musical y la carnal entre profesora y alumno- tema ya visto en otras películas anteriores, con más pasión y acierto que la contada, en este caso por el finlandés Paavo Vesterberg. Tampoco le acompaña para describir el drama, la narrativa cinematográfica que utiliza, quedando en su conjunto un discurso demasiado convencional de lo que podría haberse convertido en puro volcán, tanto melómano como en la descripción que incendia la atracción erótica entre ambos, demasiado reflexiva y calculada y, según mi percepción -quizá equivocada- falto de química en la pareja de intérpretes, la veterana Matleena Kuusniemi y el joven cantante escandinavo Olavi Uusivirta.
Es un film que se aguanta por la parte musical, aunque sin llegar a colmar del todo, -según mis gustos personales por los temas clásicos elegidos y por sus interrupciones abruptamente cortadas de las interpretaciones-. Mi impresión es que le faltan unos grados de originalidad para llegar a interesarnos de una manera que nos convenza esa historia, que por otra parte tiene un soterrado poso de excitante y triste realismo, pero que no alcanza para que lleguemos a empatizar con ninguno de sus personajes principales y, por tanto, ni a despertar entusiasmo por la historia.
Demasiado moralista para los tiempos que corren, aunque tenemos que avenir que es universalmente humana, como el azote paternal como castigo que reciben los hijos inmaduros por no ser capaces de frenar los instintos al dejarse llevar por un capricho de lectura moral pecaminosa: el castigo a las debilidades humanas ocurridas a través de los tiempos dentro del arte y fuera de él, como lección.
Algo trasnochado, como representación de una cultura escandinava, hoy.
Pepe Méndez