(DESTELLOS QUE NO DESLUMBRAN)

Los destellos Año: 2024. Duración: 101 min.

País: España

Dirección: Pilar Palomero

Guion: Pilar Palomero. Relato: Eider Rodríguez

Reparto: Patricia López Arnaiz, Antonio de la Torre, Marina Guerola, Julián López,

Ramón Fontserè

Música: Vicente Ortiz Gimeno

Fotografía: Daniela Cajías

Sinopsis:

La vida de Isabel da un inesperado giro el día en que su hija Madalen le pide que visite regularmente a Ramón, exmarido de Isabel, que se encuentra muy enfermo, hecho al que al principio se niega rotundamente, pero apoya a que su hija lo haga. Después de quince años de separación, y rehecha su vida con otro hombre, en Isabel comienzan a reavivarse resentimientos que creía superados y que cambiarán su manera de aceptar las cosas.

Crítica:

La película pretende -y digo pretende, porque no siempre lo logra- ser un ejemplo de comprensión, humanidad y ternura cuando nos encontramos ante acontecimientos de familiares que se avecinan irremediables, o sea, terminales. Se muestra esa comprensión global de respeto entre los miembros de la familia, ante la entrega total de alguno de ellos con el enfermo -concretamente, su hija Madalen- volcada en un repentino comportamiento de ayuda cuando se entera de la soledad, aislamiento y abandono de su progenitor. Hasta ahí todo parece discretamente correcto, pero analizado en profundidad el lenguaje narrativo elegido, tanto en la puesta en escena como en los diálogos, percibimos que hay una descompensación abierta en torno al mensaje moral positivista que pretende introducir la directora a través de los personajes, y, aquello que  realmente percibimos a través de las imágenes en la pantalla. Al centrarse mucho más en la periferia debilita el centro neurálgico que hace explosionar todo el dilema que, en este caso es el drama que vive Ramón.  

En “Los destellos”, tercer largometrajede la directora, queda patente que Pilar Palomeroes una narradora de personajes femeninos. En “Las niñassu ópera prima, nos cuenta la historia de una adolescente y su relación social: experiencias escolares en el internado y el aprendizaje con sus compañeras de clase en ese proceso de transformación. Y en la relación familiar con su madre: se supone que Celia -personaje central- en un principio de autoafirmación intenta descubrir si realmente su madre le oculta hechos sobre la ausencia del padre.

En “La maternal” su segunda película, es otra situación, pero con Carla -otra adolescente- y su familia, Palomero nos introduce en otro centro de chicas “bien” gestionado por monjas, y nos describe sus relaciones con las compañeras y sus soledades en ese enclaustramiento. Chicas que se ven obligadas a ser internadas para terminar siendo madres no deseadas, y allí recibirán su educación hasta que den a luz y vuelvan a sus casas sin el bebé y limpias del estigma ante la familia y la sociedad. En ambas películas los hombres aparecen como relleno, como sombras, cumpliendo una función de poder social, pero son poco relevantes en el desarrollo de las historias.

En “Los destellos” el motor de toda la historia debería ser el personaje de Ramón, que interpreta Antonio de la Torre, pero sin embargo solo sirve como pretexto para el lucimiento de las dos mujeres, Isabel y Madalen, interpretados por Patricia López Arnaiz y Marina Guerola, y,aunque los 3 estén geniales, el protagonismo, el estado de conciencia, la comprensión y la ternura parece ser que deben florecer en ellas, así como la reflexión por la muerte, que las humaniza un poco más. ¡Vale, algo humano se mueve! Pero también lo contrario: mucha sobriedad y dureza en cada una de las tomas de decisión de la ex esposa. Por qué, tanto primer plano de seguimiento -casi planos secuencia- larguísimos en escorzo, ángulos poco apropiados para mostrar sentimientos, sino mas bien ocultarlos o trasmitir distanciamiento y, a veces, pensamientos negacionistas. ¡Vale, pueden ser dudas del personaje lo que percibimos, pero, aparte del exhibicionismo de la cámara ¿es un lenguaje apropiado para introducirnos a esas dudas con un sinfín de seguimientos reiterativos de Isabel o, de Isabel y Madalen, cuando ya mucho antes hemos entrado en su psique y, por tanto, si no nos ofrece perspectivas diferentes nada nuevo nos aporta, sean sentimientos, con los que pretende que comulgue el espectador, o acción?

El resto de personajes masculinos son casi testimoniales, incluyendo a la nueva pareja de la madre, cuya interpretación de Julián López es correcta, aunque da la sensación que poco apropiada para ese papel. En cuanto al resto de comparsas, incluyendo a Ramón Fontseré, es un verdadero duelo verlos pulular en las pocas escenas que aparecen. Tanto en lo estético como en la esencia medular dramática expuesta. Hay secuencias difíciles de digerir. Uno de los momentos más impactantes y menos creíbles por su falta de tacto en los diálogos, se da en la entrevista conjunta de Ramón a la salida del hospital con el grupo de enfermeros, psicólogos y asistentes sociales donde intentan persuadir al paciente de que acepte su final. Un esperpento de personajes que parecen santones salidos de las cloacas, que predican por las calles el fin del mundo, más que técnicos de sanidad o licenciados en psicología, donde le aplican una especie de tortura infantil al paciente, cuando parece que es precisamente lo contrario lo que necesita en ese momento.

También produce controversia -por lo inadecuado del momento emocional que vive el enfermo- alguna de las composiciones musicales elegidas para adornar las escenas, como en el caso de la interpretación A tu vera, de Lola Flores, con baile incluido, que despierta ternura pero también malestar, porque la letra vuelve a recordarle su cercano final.

El problema en la película de Palomero, en su conjunto, es que presume de lo que adolece: verdadera entrega humana y sensibilidad de Isabel cuando en realidad toma decisiones interesadas llenas de frialdad y egoísmo, cuando lo que pretende es poner en valor su generosidad, le vemos optar por gestos rotundos sin alma, sin piedad, tan desangeladas que al final deja al espectador congelado.

No obstante, debemos valorar su factura técnica y unas cuantas escenas emotivas. Si eso es suficiente es el público que debe valorarlo.  

Pepe Méndez