DESAPRENDER EN CADA JUICIO

Francia/Año: 2024/Duración: 115 min./
Dirección: Daniel Auteuil
Guion: Daniel Auteuil, Steven Mitz
Reparto Daniel Auteuil, Grégory Gadebois, Sidse Babet Knudsen, Isabelle Candelier, Alice Belaïdi,…
Música: Gaspar Claus
Fotografía: Jean-François Hensgens
Producción: Zack Films, France 2 Cinema, Zazi Films. Distribuidora: Zinc
Género: Thriller. Drama judicial
Sinopsis:
Desde que logró la absolución de un asesino reincidente, el abogado Jean Monier no acepta más casos criminales. Sin embargo, al conocer a Nicolas Milik, un padre de familia acusado de asesinar a su esposa, Monier se Convence de la inocencia de su cliente, está dispuesto a hacer todo lo posible para ganar el juicio. Lo que en principio era un caso ordinario acabará poniéndole a prueba.
Crítica:
Daniel Auteuil, que en esta película desempeña la doble función de director y actor protagonista, construye un relato que va más allá del típico drama legal. La película expone y cuestiona la dudosa naturaleza de la verdad y, al mismo tiempo, la honestidad de un abogado y su soledad para descubrir y defender la verdad del inocente, una verdad de la que, debido a su larga experiencia debe estar convencido para defenderla, una verdad que no defienda solo como deber profesional, sino porque está realmente seguro de ella.
Presunción de inocencia está inspirada en relatos del abogado Jean-Yves Moyart y combina elementos de thriller con un profundo análisis psicológico de unos personajes aparentemente sencillos, pero que a medida que se desarrolla la trama van apareciendo sus oscuras complejidades. El guion, escrito por el propio Autiel en colaboración con Steve Mitz, recurre a los saltos de tiempo, evitando la linealidad, y con ello sumergir al espectador en la ambigüedad y la sorpresa a través de secuencias que, como piezas de un puzle, iremos encajando hasta completar la compleja historia. Es un planteamiento narrativo nada original -lo han utilizado infinitamente desde los grandes clásicos hasta los creadores mas artesanos- pero es tremendamente efectivo en la narración cinematográfica, y en la película que nos ocupa funciona adecuadamente una vez más.
El director ha optado por un estilo narrativo que imita el realismo judicial, para ir descubriendo, por segmentos temporales la realidad de lo sucedido y alternarlos con una introspección moral del personaje, aunque la dureza de los hechos que vamos descubriendo son tan fuertes que, por una parte empujan al espectador a desconectar, y por otra, a reflexionar sobre lo insondables y tenebrosamente ocultos que pueden llegar a ser los comportamientos del ser humano, hasta llegar a pensar que cada persona es una completa desconocida de la otra y por eso debemos desconfiar de ella. Triste deducción moral que nos lleva a la distopía y, entonces, todos deberíamos desconfiar de todos.
Por otra parte, la película pone en valor la ética profesional y, a través de la introspección moral se sumerge en la exploración de la fragilidad humana, aspectos que el director aborda con sensibilidad y que para el espectador no pasará desapercibido. Aunque no es una película trepidante tampoco tiene momentos muertos que te lleve a relajarte en la butaca, pues desde el principio crea un tremendo interés por seguir la historia con todos los sentidos puestos en su desarrollo con algún inesperado sobresalto emocional. Tampoco decepcionará a todos aquellos que les guste emocionarse con películas cuya tensión para descubrir la verdad se dilucida en la sala de juicios.
En el apartado de interpretaciones destacan Daniel Autiel en el papel de Jean Monier, un abogado marcado por un trauma del pasado pero que ve la oportunidad de recuperarse a través de la defensa del acusado Nicolás Milik, cuya interpretación sobresaliente corre a cargo de Grégory Gadebois, imprimiendo a su personaje una cierta inocente fragilidad por la que el abogado Jean Monier acepta el caso.
Es un film de esos que existe el riesgo de salir de la sala algo conmocionado. Depende de tu sensibilidad y el momento de estabilidad emocional en el que te encuentres, pero inevitablemente, también abre un abanico de reflexiones sobre ¿Qué somos, que hacemos, donde estamos? Echar una mirada hacia dentro y hacia fuera, y congraciarnos con lo mejor que nos rodea. Que puede ser, casi TODO. Ojo, intuición y tacto, para saber descartar el «casi».
Pepe Méndez
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