EL LEGADO SENTIMENTAL DE UNA MADRE

España/ Año: 2025/ Duración: 96 min.
Dirección: María Ripoll
Guion: Olga Iglesias, María Ripoll. Novela: Milena Busquets
Reparto: Marina Salas, Susi Sánchez, Carlos Cuevas, Sara Espígul, David Menéndez, Carles Francino, Fermí Reixach,….
Música: María Rodés
Fotografía: Joan Bordera
Coproducción: España-Italia; Morena Films, Eva Films, Rosemont, La Gauche Divine, Peculiar Films, RTVE, 3Cat
Sinopsis
Cuando su madre fallece, Blanca acaba de cumplir cuarenta años. Para escapar de su dolor, encuentra refugio en el sexo, con amantes, exmaridos y cualquier otro vínculo casual que la haga olvidar. Incapaz de poner en orden su vida de adulta ‘huérfana” en la ciudad, y casi como un escape más, Blanca decide viajar a la casa de su madre en el pequeño pueblo de pescadores de Cadaqués.
Crítica:
¡Cuántas veces la muerte de una madre no habrá dejado huellas tan profundas que haya hecho zozobrar el camino futuro de una hija o hijo!
El hecho adquiere mayor relevancia cuando esa madre ha sido independiente, fuerte, capaz de romper con los convencionalismos y valores morales arraigados en la sociedad que, en una época determinada podían causar perplejidad, y, si no era artista de prestigio o socialmente poderosa, ese anteponer el “Yo” a todo lo demás, podía crear una cierta mala reputación que afectara al entorno de los hijos, dejando secuelas que, cuando pasados los años se cerraban, podrían haber dejado un rastro de perturbaciones e inseguridades; de carencias y ausencias, dejando marcado su carácter y, en muchos aspectos, su manera de relacionarse afectivamente con los demás.
En el caso de Blanca, el personaje principal alrededor del cual gira la trama en Todo esto pasará, el dolor por el fallecimiento de su madre es el pretexto para contarnos la potente unión que ha tenido con su progenitora, y cómo ha marcado su vida, añadido a una admiración reverencial que ejercía de influencia en todos sus actos de vida, y sobre todo, la relación con los hombres. Blanca tiene amantes, exmaridos y dos hijos en los que se vuelca cariñosamente, tratándoles, a veces como hijos y otras como amigos, pero anda preocupada por la inseguridad de no ser una buena madre.
Esa inseguridad de su adolescente prolongada le lleva a la necesidad de falsa huida, de entregarse caprichosamente cuando un hombre le conquista por su apostura o simpatía, sin reflexionar si hace daño a otra persona. El sexo y la risa, la risa y el sexo son sus principales motores de vida que le ayudan a olvidarse de los problemas, en ciertos momentos lo rubrica como un axioma, diciendo “lo contrario de la muerte no es la vida, lo contrario de la muerte es el sexo”. Atrapada como está en el recuerdo de la madre, que le ha servido como faro distante al que admira, pero que nunca logra ni alcanzar ni comprender del todo, por cuya arraigada influencia, Blanca advierte que se está sumergiendo en un principio de autodestrucción, así que opta por pasar el verano con sus hijos y personas allegadas en la casa de su madre, Cadaqués, pero lo que tendría que ser un retiro se convierte en un continuo pulular de gente alrededor: familia, amigos, exmaridos y amantes, sin tener claro lo que pasará durante ese tiempo.
La película alterna momentos de introspección de personalidad en donde parece tomar decisiones responsables de madurez, intentos de concienciación y dominio de situaciones, aunque son tan pasajeros y fugaces que, como el humo de un cigarrillo, terminan por evaporarse rápidamente, contrastadas por actividades más lúdicas, más físicas, expansivas y pasionales, como entregarse en cuerpo y alma a la contorsión epidérmica de la música discotequera, acompañada por alguna sustancia que potencie los estímulos de la alegría, la risa, e inhiban todos los prejuicios de conciencia.
En ese ir y venir de gentes y paisajes, en medio de ese proceso de búsqueda y encuentro de sí misma por parte del personaje de Blanca, María Ripoll ha conseguido algunos momentos de estimulante interés, de una manifiesta emotividad, aunque en otros se reitera demasiado en la banalidad, hecho que resta fuerza a la trama central. En cualquier caso, y aunque por momentos la narración transite por terrenos híbridos que rebajen nuestro interés, al final retoma con fuerza el camino de la centralidad en la que nos pretende conducir desde el principio de la historia, con una escena final que da sentido a un buen guion, aunque tenga baches en algunas fases de realización en los intermedios.
Aun así, la película es espectacular en sus apartados técnico-artísticos, con una fotografía deslumbrante, bellísima, que difícilmente podemos encontrar en otro paisaje que no sea el Mediterráneo. Unos escenarios preciosos, muy aprovechados de la Costa Brava, tanto en interiores como exteriores de playa y costa. Esa luz con sabor a mar y salitre llena de fuerza que da la naturaleza, impregna la figura de Marina Salas y lo traspasa a su personaje de Blanca en una simbiosis perfecta de actriz y personaje representado. Todos sabemos quién es Susi Sánchez y la inmensa hechura que da a los personajes que interpreta, en Todo esto pasará aparece en pocas escenas, pero está presente en toda la película y nadie mejor que ella dimensionaría ese papel. Entrañable es, también, la aparición de Fermí Reixach en su última interpretación, que se puede tomar como un homenaje, poco antes de su desaparición.
Añadiremos que la historia va acompañada de una meritoria banda sonora de María Rodés, que seguro no pasará desapercibida.
Pepe Méndez
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