
Durante la última edición de CineEurope, celebrada en el CCIB de Barcelona, Christie presentó al público su tecnología VDR (Variable Dynamic Range) en una demo que, más allá del despliegue técnico, dejó sensaciones muy claras: el cine puede mejorar su impacto visual sin disparar los costes ni alterar la obra del director. Y eso, en el contexto actual de la exhibición, es una propuesta muy potente.
La demostración se realizó en una sala equipada con dos proyectores Christie CP4435-RGB, uno de los modelos estrella de la gama Real|Laser, y fue allí donde se pudo ver de forma directa cómo actúa VDR. No fue una demo para técnicos, sino para ojos atentos: la propuesta de Christie no necesita explicaciones rebuscadas para convencer. La imagen, sencillamente, se ve mejor.
Lo interesante de VDR es que no requiere ningún tipo de contenido especial, ni pantallas nuevas, ni cambios radicales en el equipamiento. Es un software que se integra en los proyectores láser RGB de la Serie CineLife+ de Christie (con electrónica y sistema óptico actualizados), y que actúa de forma inteligente: analiza cada fotograma en tiempo real y ajusta dinámicamente la potencia del láser en función del contenido de la imagen.
Esto, que puede sonar técnico, tiene un efecto muy directo en la experiencia de visualización: mayor contraste, negros más densos y riqueza visual en las sombras. Es particularmente efectivo en secuencias con poca luz, donde los detalles suelen perderse. Aquí, con VDR activado, la escena respira mejor, gana en profundidad y evita la sensación de “imagen lavada” que a veces se percibe en proyectores de alto brillo mal gestionado.

Un paso adelante sin mirar atrás
La demo incluía comparaciones entre proyecciones con y sin VDR, y la diferencia era clara, especialmente en contenido con mezcla de escenas oscuras y brillantes. Sin necesidad de trucos ni procesamiento invasivo, la tecnología mejora la imagen sin alterar la intención artística del contenido. Y lo hace sin añadir latencia ni requerir DCPs especiales (al menos en el modo estándar), lo cual es fundamental para una adopción fluida por parte de los exhibidores.
Además del salto visual, VDR ofrece dos ventajas muy bienvenidas: reducción en el consumo energético y aumento en la vida útil del láser. Christie estima que con VDR activado se puede ahorrar hasta un 32% en energía (e incluso más con contenido HDR), y extender la vida útil del láser entre un 50% y un 70%. Este dato, aunque depende del uso y del contenido, es relevante para operadores que miran con lupa los costes de mantenimiento y renovación de sus equipos.
Lo más interesante de VDR es que no plantea una ruptura, sino una evolución. Su integración es sencilla para los que ya utilizan proyectores Christie compatibles, y su impacto es visible sin alterar la cadena de producción o exhibición. Es, en esencia, una mejora práctica y alineada con las necesidades actuales: más calidad, menos consumo, más vida útil para los equipos.
En un sector que busca diferenciarse sin asumir riesgos desmedidos, soluciones como esta marcan una diferencia. No son espectaculares en su forma, pero sí en su fondo. Y eso, para quienes valoramos la tecnología como herramienta al servicio del contenido, es un valor muy a tener en cuenta.
La propuesta de Christie con VDR destaca por su enfoque sostenible, medible y respetuoso con el lenguaje visual del cine. No es una tecnología que busque deslumbrar por su presencia, sino por sus resultados: logra una mejora visible en pantalla sin interferir en la intención creativa ni complicar la operativa del exhibidor.

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