Año: 2020

Duración: 91 min.

País: España

Dirección: Jo Sol

Guion: Jo Sol

Música: Juanjo Javierre

Fotografía: Daniel Vergara (B&W)

Reparto

Gonzalo CunillDiego GurpeguiNúria LloansiÍñigo MartínezNuria Prims

Sinopsis

En un remoto valle del Pirineo aragonés se canta la leyenda de Armugán. Se dice que se dedica a un oficio misterioso y terrible del que nadie quiere hablar: es un acabador, un hombre que ayuda a morir. Cuentan que se desplaza por los valles aferrado al cuerpo de Anchel. Armugán no mata, no es un asesino. Posee una misteriosa sabiduría que le permite ayudar a desprenderse del mayor de los sufrimientos: el miedo a morir.

Crítica:

     Una película con un contenido de máximo simbolismo visual y un mínimo de expresión verbal. Su fuerza es la imagen, que parece retrotraernos a tiempos pretéritos y tiene toda su fuerza de sugestión en cada encuadre, y que llena de primitivismo salvaje la pureza despiadada de la vida.

     Un cielo espeso, unas montañas solemnes acompañan al hombre que se arrastra como un gusano entre los animales y que, como ellos, viven, sufren y mueren, a veces con miedo, porque intuyen su final sin poder cambiarlo.

     El director, Jo Sol, plantea esta historia tratando de que sea una reflexión sobre un tema tan controvertido como la eutanasia o, el acompañamiento al buen morir. Da a entender que Armugán tiene poderes para calmar y conformar a las personas que se enfrentan a sus últimos momentos, aunque todo eso se expone en una especie de flotación onírica en la que el espectador tendrá que participar con su imaginación, si es que quiere entenderlo, porque de tan sucinta exposición -cinematográficamente hablando- el mensaje puede quedar en una nebulosa ambigua.

      Es paradójico que el poseedor de esos poderes sea precisamente un personaje disminuido físico casi total, que necesitará de la ayuda de su compañero para moverse, trasladarse y hasta asearse, pero con ello se refuerza la necesaria solidaridad entre los humanos y se vuelve a los principios del valor y abnegación en la ayuda al semejante que lo necesita. En cualquier caso, no sabemos si entre ellos hay grado de parentesco ni cual es el compromiso que les mantiene unidos.

      Entre las poquísimas frases que se pronuncian en esta película hay una de Armugán que resume su papel fundamental en la historia, y muestra el respeto por los que le piden ayuda para precipitar su fin, pero el acabador se niega y afirma “yo puedo acompañar a morir, pero no a quitar la vida”.

      Hay que destacar que la sobriedad sufrida de los actores Iñigo Martinez y Gonzalo Cunill dando vida a sus correspondientes personajes es muy valiosa para potenciar la espectacularidad del entorno y el tiempo en el que se mueven. No obstante, hay que advertir que este no es un film para cualquier público, es mas bien para aquellos que amen las rarezas de un cine a contracorriente.

Pepe Méndez