La agenda de jornadas profesionales de esta última edición del Festival Internacional de Sitges ha sido muy intensa. Un apretado programa que refuerza el papel de Sitges como espacio de encuentro del sector audiovisual en Cataluña, ante la falta de un gran mercado o muestra audiovisual generalista en este país.
Una de estas ha sido la 4ª edición del Film Financing Market, iniciativa impulsada por tres profesionales de larga trayectoria: Rafa Galdó, Jordi Mendieta y Norbert Llaràs. Esta edición ha servido para poner en contacto fondos de inversión con productores y, como gran novedad, ha dedicado una de sus mesas redondas en el sector de los videojuegos.
Mesa redonda sobre capital riesgo en el sector audiovisual, con Andrés Sánchez, de Filmika; Eduard García, de Creand; Paco Illueca, de Gaesco; Tono Folguera, de Lastor Media y Adrià Monés, de Fasten Films.
¿Invertir en el sector audiovisual puede ser un buen negocio?
Si el año pasado fui invitado a moderar una muy interesante mesa redonda sobre la inversión privada en la producción independiente, con David Ciurana (Productor de Fosca Films), Natasha Duran (Co-CEO Hulahoop), Ferran Cera (Productor Ejecutivo de Visiona TV y presidente de PROA) y Eva Fontanals (Presidenta PAC), en hecho.
Uno de los tópicos que aún está por superar es que el audiovisual es un sector al que le salen los números porque está subvencionado. Ante esto, cabe señalar, por ejemplo, que en nuestro país las dos empresas automovilísticas, SEAT-Cupra y EBRO han recibido ayudas de cientos de millones de euros en estos últimos años. O que el plan MOVES III, destinado a ayudar a la compra de vehículos eléctricos o a la instalación de cargadores de baterías, ha contado con una financiación de 1.735 millones de euros con cargo a los presupuestos generales del Estado español. Y frente al discurso de que la industria europea tiene apoyo público, a diferencia de la estadounidense, conviene recordar que las inversiones en producciones realizadas en EEUU disponen de una desgravación fiscal del 100%. Y que ahora se ha presentado un proyecto de ley para incrementar a 30 millones $ el tope que un inversor estadounidense puede gozar de esta enorme desgravación, impensable en la UE.

Las tendencias de crecimiento del sector, aquí y en el ámbito mundial, invitan al optimismo inversor, así como a la apuesta de las grandes plataformas audiovisuales, OTT, en la producción de ficción en Europa. Que estados como el francés, con una muy consolidada industria, vean cada año incrementada la inversión extranjera en su territorio, básicamente en forma de coproducciones internacionales, ejemplifica este positivo escenario.
Con un mensaje dirigido a los potenciales inversores de fuera, apunté dos elementos que definen la fortaleza de la industria audiovisual catalana: El hecho de que su volumen de facturación sea tres veces mayor que su porcentaje poblacional si lo comparamos con los datos del conjunto de la UE. Y que las inversiones previstas en la ampliación de platós en el Parc Audiovisual de Catalunya en Terrassa y el futuro Catalunya Media City en las Tres Xemeneies, supondrá un importante salto adelante en infraestructuras productivas y espacios de innovación para el sector.
El valor intangible de la cultura como activo económico
La definición del audiovisual como binomio de cultura e industria es un clásico. El valor de la cultura es, entiendo, un elemento que se suma al interés estrictamente económico a la hora de decidir invertir en este sector. Sin embargo, el hecho es que hasta hace poco este valor no le era reconocido a los videojuegos. En mi intervención apunté algo vivido hace tiempo que ilustra este positivo cambio de percepción. Hace algo más de una década, participé en la propuesta de llevar a Cataluña una gran exposición sobre el mundo de los videojuegos, proveniente del Barbican de Londres, en una versión que incorporaría al emergente sector catalán. Todo el innegable interés en esta propuesta, el responsable de uno de los grandes espacios expositivos en Barcelona la rechazó, aduciendo que no la consideraba adecuada para un «público familiar». Pero hace pocos años, ese mismo centro cultural produjo una sobre los videojuegos, pocos meses después de que el CCCB hubiera organizado una memorable exposición sobre su historia y su presente, de aquí y del resto del mundo.
Como demuestran las últimas encuestas realizadas, el público de los videojuegos está en todas las edades, no únicamente entre los más jóvenes y, felizmente, ha roto la dinámica de ser un ocio cultural destinado básicamente al género masculino. Esto y el hecho de que la principal interfaz de juego sean las pantallas de los móviles hacen especialmente atractiva la inversión privada a riesgo en este sector. Una inversión que en Cataluña está todavía en pañales, pero que encuentros profesionales como este quiere dinamizar, poniendo la mirada en el fortalecimiento empresarial de los estudios independientes.
Debe estar conectado para enviar un comentario.