“El reencuentro con el libro a través de esta película me hizo pensar en la utilidad de la crítica, y creo que es indispensable para seguir abriendo puertas y caminos cuando uno se enfrenta a un mundo poético. La entrevista es una herramienta crítica más para entender la obra de un creador”, apuntó en el comienzo Carlos Heredero, director de Caimán Cuadernos de Cine, y mostró curiosidad por cómo Jonás Trueba había vivido o digerido este libro.

El realizador, con tres películas en su haber, no tardó en contestarle: “Todos hemos soñado tanto con una adaptación real de este libro… Sería maravilloso poder ver durante muchas horas esas reflexiones de Hitchcock a través de sus escenas. Es importante saber que para Truffaut este fue uno de los proyectos de su vida, lo último que hizo meses antes de morir fue actualizarlo”, destacó el director de Los ilusos, y aseguró también que en el último capítulo del volumen casi puedes entender “todo Hitchcock. Truffaut desarrolla una teoría sobre las ‘grandes películas enfermas’, en las que suele haber exceso de ambición o errores de casting llamativos, lo que les lleva a quedarse un poco gafadas en su momento para luego derivar en películas de culto. Quizá lo único que hizo Truffaut con este libro fue explicarse a sí mismo”.

Heredero rodó un documental para Canal+ sobre el director de Vértigo. De entre los muertos, “un filme que habla, como el cine, de revivir a los muertos”. Buceando en los archivos de la Academia de Hollywood, tropezó con “la presencia de la traductora continuamente en la charla. En el 90% del audio, la voz de Helen Scott pisaba la voz de Hitchcock”. Trueba recalcó que su presencia era importante, “en esta película falta una voz femenina y ella fue un punto clave de la conversación. Ella se convirtió en cómplice de Truffaut, hasta el punto de que se trasladó a vivir a París. Javier Rebollo cuenta que cuando murió, se hizo enterrar a cuatro metros de él en el cementerio de Montmartre”.

El director de Caimán puso en valor una frase que aparece en la película (“Si Mondrian imitase a Cezanne, ¿a quién le interesaría?”) pues “seguramente, en este juego, Hitchcock es Mondrian, porque a él le importaron siempre las emociones, las formas y las líneas, por encima de los personajes y los argumentos. Lo verosímil le parecía aburrido”. Trueba, que se alzó este fin de semana con el máximo galardón del Festival de Nantes por Los exiliados románticos, afirmó que “Truffaut encaja más con Cezanne, porque tenía más que ver con la sensualidad y la ligereza. El guionista William Goldman dice que Truffaut mató a Hitchcock, porque no hizo una película buena después del libro, hizo su creación tan autoconsciente que no pudo superarlo”.

El crítico y el cineasta

Algo de relación guarda cualquiera de estas conversaciones con el proyecto Cineastas contados, en el que había voluntad de establecer, según Trueba, “un diálogo generacional entre directores españoles del que actualmente hay dos proyectos en marcha. En el caso de España donde la admiración brilla por su ausencia, teníamos la voluntad de ver cómo en circunstancias peores que las nuestras se han rodado historias interesantes. Personalmente, tengo en mente dos que me gustaría dirigir: una con mi padre y otra con José Luis García Sánchez, por tener escritas a pluma reseñas sobre todo tipo de películas que ha ido viendo con los años”.

Ante la cuestión de acompañados de qué director, vivo o muerto, gozarían la experiencia de conversar durante ocho días para después escribir un libro, Trueba consideró que “habría que buscar formatos más propios de hoy para una tarea así. Pienso en cineastas que me gustan mucho como Aki Kaurismakï o Jonas Mekas, pero no aceptarían, y si lo hiciesen son tan borrachos, que no sé yo si nos pasaríamos la mayor parte del tiempo bebiendo y divagando”.

Carlos Heredero lo habría hecho “a los mil amores con Éric Rohmer“, al que tuvo la suerte de entrevistar en un par de ocasiones en París, pero por el que hoy daría “lo que fuese” para pasar ocho días a su lado. Para Jonás Trueba, esta película que llega hoy a las salas demuestra que “los críticos son cineastas, porque hacer crítica es también a veces una forma de hacer cine”.

Heredero, en algún momento de la charla, quiso destacar que, no por estar presente, había que dejar de decir que “Jonás Trueba es la mejor persona que podría acometer un proyecto similar en España. Estos son los privilegios de escuchar a un cineasta que piensa el cine continuamente”. El placer y el privilegio fueron precisamente escuchar de viva voz y a borbotones a Carlos Heredero y Jonás Trueba, dos críticos y cineastas que piensan continuamente ese arte que, únicamente pretende, revivir a los muertos.

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