Año: 022

Duración: 122 min.

País:  España

Dirección  y guion: Pilar Palomero

Fotografía: Julián Elizalde

Reparto: Carla QuílezÀngela CervantesJordan DumesPepe LorenteOlga HuesoRubén MartínezGal-la SabatéNeus Pàmies

Compañías: Inicia Films, BTeam Pictures, RTVE, TV3, Aragon TV, Movistar Plus+

Sinopsis y crítica:

Carla tiene 14 años y es una joven algo descontrolada que falta a clase con frecuencia porque prefiere pasar el tiempo con su amigo Efraín, haciendo alguna que otra gamberrada. Vive con su joven madre soltera que regenta un bar en las afueras. Cuando la trabajadora social se da cuenta de que está embarazada de cinco meses, Carla ingresa en ‘La Maternal’, un centro para futuras madres menores de edad donde comparte su día a día con otras adolescentes que, como ella, aprenderán a ser futuras madres, un nuevo mundo para el que no están preparadas.

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Con “La maternal” parece desprenderse la idea de que Pilar Palomero ha pretendido hacer una continuación de su primer largometraje, “Las niñas” (2020). A pesar de que el carácter de los personajes principales, Celia en “Las niñas” y Carla en “La maternal” sean muy diferente; en las dos películas concurren circunstancias familiares parecidas, con madres solteras inmaduras sujetas a presiones sociales y emocionales que no controlan y, que ven como sus hijas se les escapan, a pesar de que ellas traten de comprenderlas y darles el mayor afecto. Y en ambas historias queda patente que ese amor filial es el que hará madurar a las siguientes generaciones. El qué las salve.

Las primeras secuencias que introducen a Carla y Efrainen la historia son rocosas y antipáticas, y nos alertan de que va a ser difícil mostrar empatía por ese personaje dada su rebeldía incontrolada y gamberra, pero sirve ello para evidenciar la dificultad de entendimiento generacional entre padres e hijos al llegar a ciertas edades, especialmente, en entes de estructuras familiares poco sólidas.

En todo caso, esa introducción es solo el pretexto lógico para entrar de lleno en otro problema en el que se centrará el resto de la historia: la difícil asunción de maternidad por parte de cualquier chica adolescente de 14 años, que evidentemente no está preparada para ser madre. Es a partir de que Carla llega al centro, su relación con los profesionales, la socialización con las compañeras de la maternal, en donde cada una de las chicas expone la experiencia vivida que le hace llegar al centro, donde el discurso adquiere tonalidades de documental y verdadera densidad humana, hasta llegar a emocionarnos. Porque la directora nos hace sentir que esos personajes son auténticos, no actrices que interpretan, sino chicas de 14, 15 y 16 años llenas de carnalidad, de impulsos propios de la edad en donde la fuerza se mezcla con el atrevimiento, la ingenuidad y también, cierto inconsciente desamparo, y la cámara lo trasmite con la pausa y continuidad requerida para que el espectador lo sienta así en los momentos mas serios, y las ganas de vivir, reír y divertirse propios de la edad en las escenas mas lúdicas.  

Posee la narración cierto discurso de convencionalismo tradicional, cuando se apoya en la comprensión de los seres que le rodean, para que sean las experiencias vividas de extrema dificultad las que le hagan crecer, pero sobre todo, tener el apoyo familiar para madurar como persona y estar en paz con su entorno y con ellas mismas. Es el proceso de la creación del “yo” de cada persona cuando se hace “mayor”.

Carla Quílez debuta en el cine como intérprete de un personaje complejo, inconsciente, indomable y algo belicoso, y lo hace de una manera brillante, hasta el punto de resultar antipática y desagradable para el espectador en algunos momentos que es eso, precisamente, lo que la escena requiere, hecho que nos muestra que ha logrado el propósito que nos pedía el clímax dramático de la historia. Angela Cervantes le acompaña en el reparto, en el papel de madre, también con intensidad, pero menos forzada, y creo justo resaltar la naturalidad que muestran delante la cámara todas las compañeras de reparto que le acompañan en el centro, con algunas escenas tensas y emocionantes sin que en ningún momento aparezca el histrionismo. Es evidente que gran parte del mérito de esas actuaciones se deben a la excelente dirección de Pilar Palomero.  

Pepe Méndez